viernes, 12 de junio de 2020

La ropa cani (el retorno)


Rottweiler, DJ’s Band, W2P… ¿Qué fue de las marcas que vistieron a la generación ‘cani’? Recordamos el éxito (y caída) de las firmas que, herederas de la estética bakala, vistieron a los jóvenes de los dos mil y empapelaron con sus logos institutos y discotecas.
Reportaje de Carlos Megía el 7 de junio 2020 para ICON El País.
https://elpais.com/elpais/2020/06/03/icon/1591205859_965050.html

Eran tiempos de Messenger y Fotolog, de la Radical y el Motorola Razr, de la sucesión de mayúsculas y minúsculas en la misma palabra. De peinado a lo cenicero, cejas surcadas por la maquinilla, cadena de oro, piercings y aros en la oreja. De scooter y casco con estampado tribal, pero colocado a la altura del codo para no estropear el laborioso estilismo capilar. El chándal monocolor de Nike dejaba paso a camisetas, chaquetas, vaqueros o pantalones anchos tobilleros de Rottweiler, Dj’s Band, W2P, Foam Gum, El Niño Tarifa, Sonique o No Fear. La actitud provocadora se manifestaba también en aquellas insípidas carpetas azules de cartón decoradas por las pegatinas del logo de la firma en cuestión. Looks siempre conjuntados, tonos estridentes –cuanto más dañinos a la vista, mejor–, y las Salomon o las Puma Sparco como objeto de deseo en los pies. Entre finales de los noventa y principios de los dos mil, un puñado de marcas de moda consiguieron vestir a toda una generación representando la –durante años– denostada estética calificada como cani, pokera o makinera. Hoy, cuando las llamas de aires tribales han llegado incluso a enseñas como Prada, rendimos homenaje a las firmas que nos enseñaron a presumir de espíritu ‘malote’.

“La estética cani fue un intento de estirar y romantizar ese momento de liberación de los jóvenes ‘por la fuerza’. Se adaptó la escena a la aparición de las redes sociales, los móviles y el chuleo”, cuenta la diseñadora Alejandra Jaime Mendoza, que hace pocos años consiguió hacerse un nombre en la industria nacional con la firma María Magdalena –ya desaparecida–, que referenciaba sin complejos aquellos looks. Nacida en 1990, la onubense vivió en primera persona el auge de esta mutación del movimiento bakala de los noventa.

Daniel González, diseñador gráfico especializado en diseño de camisetas y estampación textil, acababa de salir de la escuela de ilustración cuando entró a trabajar en 2007 en una en una Rottweiler crepuscular que por aquel entonces pertenecía al desaparecido grupo Code Bleu, propietario asimismo de otras firmas superventas como Foam Gum, Dj’s Band o Sonique. “Estas marcas apuntaban a los canis, una tribu social concreta. Eran para gente de clase media porque no eran muy caras, podían permitírselas chavales de barrio. Aprovecharon el auge de las discotecas de electrónica y a partir de ahí empezaron a triunfar”, recuerda al otro lado del teléfono.

El éxito de estas marcas invadió primero los aparcamientos de las macrodiscotecas en mañanas de rave, pero después llegaron hasta los botellones de los polígonos de cada ciudad española y hasta los pasillos de los institutos, descontextualizando su vocación electrónica y consiguiendo que toda una generación se identificara con ellas. La búsqueda de una identidad definida y compartida fue la principal razón que propicio su éxito y asimilación. “Necesitábamos enmarcarnos en un estilo concreto y esas marcas supieron verlo. Eran fácilmente identificables y ofrecían descaro y chulería, no era una pose ñoña. En aquel momento las etiquetas eran importantes y las defendíamos, no como ahora. Era una moda muy fanática”, afirma Jaime Mendoza. Daniel Pérez, del blog de cultura retro Retropica, cree que su éxito responde más a una cuestión circunstancial: “Esas marcas de ropa se convirtieron en la base estética del movimiento, que tuvo mucho seguimiento y una estética marcada. De ahí su triunfo”, declara.

La identificación también se moldeaba en cuanto al antagonismo con la otra tribu social predominante de la época –y de todas las épocas–, los pijos. “Tenías que dejar claro de qué equipo eras: o malote o niño de papá, no había mucho espectro. Las marcas eran la forma de reconocer de un vistazo si iban contigo o contra ti. Fue un tiempo de muchas peleas en fiestas, mucha confrontación… y también de desinhibición”, aclara la diseñadora. De ahí que los logos y los estampados (diablos amenazantes, rottweilers rabiosos o fantasmas con pinta de espermatozoides) tuvieran una especial presencia en las prendas. Ellos tiraban de chándal monocolor, mejor si era blanco y estaba firmado por Nike. Ellas dejaban el tanga flúor a la vista y medían su nivel de ‘malotismo’ en función del tamaño de la campana del pantalón.

Como confiesa González, los grandes éxitos de firmas como Rottweiler eran las camisetas, los polos y pantalones de chándal. “No nos daban unas grandes pautas a la hora de diseñar, un jefe de diseño nos iba orientando y en base a los historiales de prendas que se habían vendido bien intentábamos hacer cosas similares”. Años antes de que el branded content fuera un concepto habitual en las oficinas de los ejecutivos de marketing, estas empresas impulsaron sus marcas con pegatinas que ilustraron las carpetas de millones de estudiantes, cedés recopilatorios e incluso fiestas temáticas.

Tan meteórico fue el éxito como la caída. Los templos del techno cerraron sus puertas, la música se fue a otra parte y las prendas dejaron de tener un sitio en las estanterías de El Corte Inglés. La tendencia no superó la primera década de este siglo y las firmas desaparecieron de manera sistemática y sin remedio. “Pasó su época”, sostiene el diseñador gráfico sobre su incapacidad a la hora de reinventarse, que también pone el foco en la cuestionable calidad de su catálogo: “No supieron actualizarse con los tiempos ni hacer ropa de calidad. No tenían muy buenos tejidos ni buenos patrones, no eran marcas del todo óptimas”. “No definieron una identidad propia, básicamente copiaban lo que veían que fuera funcionaba a un precio menor y sus producciones propias no eran reseñables”, agrega Pérez. De las mencionadas, solo No Fear (centrada en el motocross) y El Niño Tarifa persisten relevantes hoy en día, esta última más enfocada al ambiente surfero y la ropa infantil.
La transformación del sector textil y el asentamiento del low cost también tuvo parte de culpa en la precipitada desaparición de estas firmas de precio medio, incapaces de hacerle la competencia a las franquicias de vocación juvenil de estos gigantes. La especificidad del público objetivo de estas etiquetas terminó suponiendo su sentencia. “Cubrieron las necesidades de un momento particular. Aquellos adolescentes crecieron y dejaron atrás el ‘uniforme fiestero’ para adoptar una imagen que encajara más con el mercado laboral. En general, la moda era menos flexible, encasillaba, y la gente aún vestía según la edad. Ahora eso ha cambiado”, explica Alejandra Jaime, que concluye corroborando cómo, gracias al paso del tiempo y a la transformación de la vergüenza ajena en nostalgia, las marcas actuales se han dejado influir por las pasadas.

“La moda es cíclica y justo en este momento los guiños a la moda bakala tienen más fuerza que nunca. Desde hace años hay tribales y llamas por todos lados, y llegan los pantalones anchos de nuevo”. Quizá dentro de no tanto tiempo sea el momento de volver a lucir esas prendas de W2P, Dj’s Band o Rottweiler que una vez coparon tu armario. Si es que el sonrojo que te provocaron aquellas fotos de las que abjuraste, y que presumían de decenas de ‘Me gusta’ en tu cuenta de Tuenti, no te llevaron a deshacerte de ellas.

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lunes, 11 de mayo de 2020

sábado, 4 de abril de 2020

Mausoleo de 'Antonio El Tonto' en Pinos Puente, Granada.



La tumba de Antonio F. C. en Pinos Puente ya ostentaba el título oficioso de "mausoleo más 'cani' del mundo", pero ahora la familia ha puesto el listón un poco más alto, frente a la estatua del difunto Antonio luce una réplica en aluminio y a tamaño natural del todoterreno modelo Q5, uno de los automóviles que utilizaba este conocido asaltador de camiones fallecido en 2018 en la cárcel de Jaén. La familia ha optado por este "sobrio" remate automovilístico, descartando la opción que se barajaba inicialmente: un Ferrari California con el que 'El Pirata de los Camiones' epataba por las calles de Pinos Puente en los mejores años de su fructífera carrera criminal. Tal y como vaticinaba nuestra corresponsal en Granada, Laura Ferrer, en su primicia sobre el mausoleo 'cani', ahora sí, el recoleto cementerio de Pinos Puente puede convertirse "en lugar de peregrinación de amantes de los camposantos ‘especiales’". El Audi Q5 a tamaño natural completa el repertorio de marcas que ostentaba Antonio 'El Tonto' y que engalan su escultura mortuoria.


 El pequeño cementerio de Pinos Puente, localidad granadina de poco más de 10.000 habitantes, lleva camino de convertirse en un camposanto tan célebre como lo es el Père Lachaise para París o el Nacional de Arlington en Virginia (EEUU). Uno de sus inquilinos, Antonio F.C, un conocido delincuente apodado Antonio El Tonto y el ‘Pirata de los camiones’, descansa en paz en un enorme mausoleo de mármol blanco sobre el que luce una escultura a tamaño natural que es una réplica fidelísima de su persona.

Hasta aquí la historia podría parecer una excentricidad de nuevo rico, sin más interés. Uno se imagina a Antonio El Tonto esculpido en mármol blanco, al gusto de los emperadores romanos, con una túnica blanca, la mano alzada y la mirada perdida en el horizonte. Pero no, el ‘Pirata de los camiones’ era un hombre del presente, del siglo XXI, un hombre moderno. Y así ha sido construida su nave hacia la eternidad.

Si los egipcios se llevaban a la otra vida un pequeño ajuar funerario con las pertenencias que les pudieran ser útiles en la otra vida, Antonio El Tonto se ha querido llevar al más allá una réplica exacta de los ‘outfits’ habituales que lucía por Pinos Puente con las marcas bien a la vista. Viste un plumas Moncler (a 850 euros en el mundo de los vivos) y camiseta negra bajo la que asoma una cadena de oro. En su mano derecha luce una pulsera de Versace (unos 450 euros) y un anillo de tres diamantes. En la izquierda brilla un Rolex Yacht-Master de oro amarillo (42.000 euros) y un móvil. Lleva vaqueros y las zapatillas blancas también son Moncler (que cuestan más de 350 euros). A su lado, en el escalón, reposan otros dos móviles (tres móviles en total, contando el que lleva en la mano, nada sospechoso), un bolso Gucci (de 800 euros para arriba), su paquete de tabaco Marlboro y un mechero. Todo en bronce.

La figura de Antonio El Tonto (y el mote no es insultante, ya que así está grabado su nombre en el mármol) se presenta sentado en actitud relajada sobre tres escalones, como si estuviese en la plaza del pueblo pelando la pava con su primo El Parche. ¿Recuerdan aquel vídeo viral en el que dos primos, al volante de un Ferrari California, hacían carreras y piques con un R8 por las calles de Pinos Puente al grito de "Me cago en los muertos de todos los civiles" y "me cago en los muertos de todos los chivatos perros"?

Según informó en su día el Ideal de Granada Antonio F. C., el 'pirata de los camiones', falleció en enero de 2018 a los 46 años en la cárcel de Jaén por causas naturales. "Llevaba pocas horas ingresado tras entrar el jueves por la noche después de ser detenido por la Guardia Civil de La Carolina, acusado del robo de siete camiones en distintas áreas de servicio de la provincia jienense. Su detención se produjo el martes", informa el diario. 
En la noticia apuntan que «está considerado uno de los delincuentes más activos de esta provincia y en su 'hoja de servicios' hay más de sesenta detenciones. Ha sido investigado incluso por la UCO (Unidad Central Operativa) de la Guardia Civil porque actuaba por toda España".

Según El Ideal, uno de sus robos más sonados fue el de un camión de El Corte Inglés cargado de perfumes, valorado en más de un millón y medio de euros. También cometió diversos robos en Francia, donde su principal botín fue un camión cargado de ordenadores, valorados en un millón de euros. Además aseguran que creó una red de hipermercados para vender la mercancía. También abrió dos Grow Shop, dedicados a la venta de marihuana, un negocio en el que fue pionero en Granada. 
A pesar de su carrera delictiva, Antonio El Tonto era una persona muy querida y con muchos seguidores en este pequeño pueblo de la comarca de La Vega de Granada. Así lo atestiguan las flores frescas que lucen en el mausoleo y las ponsetias navideñas que han colocado para estas fechas. 

Texto de Laura Ferrer para Strambotic del Diario Público. Publicado el 20 de febrero de 2019.

https://blogs.publico.es/strambotic/2019/02/mausoleo-cani/

https://blogs.publico.es/strambotic/2019/10/audi-q5-a-tamano-natural/







https://elpais.com/politica/2019/03/29/diario_de_espana/1553884857_723308.html

https://www.ideal.es/granada/provincia-granada/peculiar-tumba-pinos-20191031002527-ntvo.html

https://www.granadahoy.com/provincia/todoterreno-cielo-infierno_0_1402060069.html

https://www.ideal.es/granada/muere-carcel-pirata-20180114221525-ntvo.html

martes, 21 de enero de 2020

Rocío Guerrero y su exposición "Fastos" en la Casa de Vacas de Madrid

 "FASTOS"
Rocío Guerrero (pinturas) y Javier de Benito (esculturas)
Casa de Vacas (Parque del Retiro), Madrid 
3 de enero / 2 de febrero 2020

 Fue ver este cartel y encaminarme hacía la Casa de Vacas para ver una muestra en pleno invierno que nos conduce directamente al cálido verano de ferias, atracciones y salidas con los amigos en esa etapa de descubrimiento que es la pubertad. Actualmente una de las mejores exposiciones de pintura en el centro de Madrid. 




 https://www.euromundoglobal.com/noticia/421396/cultura/rocio-guerrero-y-javier-de-benito-en-la-casa-de-vacas-del-parque-del-retiro.html





"Feromonas de choque" 
Óleo sobre lienzo. 114 x 162 cm. 2018. 

 Texto de sala en la pared




"Rocío Guerrero refleja con un lirismo cuasi modernista el colorido de un mundo que se desmorona en pos de su disolución en una lógica devastadoramente naïf, vaporosamente sórdida. Sobre la base de su impecable técnica realista se desenvuelven unas secuencias de vida aprehendida y administrada pictóricamente del modo más estremecedoramente plástico. Pinta velazqueñamente el aire si bien un aire en que quedan reflejados los verbeneros neones. Entresaca del modo más feliz el punto lírico que mora en el adolescente “chonismo”, verbigracia. Embriaga la ajada sordidez que caracteriza a las ferias con la ternura cromática de su trazo aun prevaleciendo la gama de fríos. Eso en lo referente a la serie mayoritaria de obras expuestas, que versa sobre aspectos verbeneros, recordándome, salvando las distancias, a la película que hicieran Gómez de la Serna y Giménez Caballero: “Esencia de verbena”. Asimismo, hay otras pinturas que extraen la belleza de los cuerpos más malogrados por los vitales avatares y los malos hábitos alimenticios. Y otras que nos refieren secuencias de la más “a priori” inadvertida cotidianidad, concomitantes con la conocida desde los ochenta como “poesía de la experiencia”, que elevaba a la poética contrabasa aquello en principio no susceptible de ser interpretado como materia poética. Tal cosa es lo que hace nuestra pintora en su ámbito cuando erige protagonistas de sus cuadros a la joven que lee en el quicio de la ventana, o a la limpiadora que, fregona en ristre, mira al vacío. Y podría haberse quedado Guerrero en el pálido anecdotismo, sin mayor vuelo, de no dotar a lo percibido con el lírico aderezo que venimos refiriendo henchido de ternura y fascinadora fascinación." 

Extracto de la reseña de la muestra "Bronces y neones" para Diario Siglo XXI realizada por Diego Vadillo López.
http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/1671128/bronces-neones


 Vista de la sala con algunas de las pinturas 












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